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Sanar las heridas del trauma, la negligencia y otras heridas emocionales es posible.

Las Multiples Tonalidades del Trauma

Cuando escuchamos la palabra “Trauma” es común que inmediatamente nuestro cerebro lo asocie con una experiencia de orden catastrófico como actos de violencia de todo tipo, abuso sexual, accidentes, guerras, muerte, desastres naturales, etc. Sin embargo, es cierto que hay otras experiencias que pueden pasar desapercibidas por no encajar en la descripción típica de lo que es traumático, sin embargo igual pueden causar dolor emocional, afectar nuestro autoconcepto y las decisiones que tomamos sobre cómo vivimos nuestras vidas.

Lo cierto es que nuestra neurobiología y nuestro mundo emocional se ven afectados por esas experiencias traumáticas, independientemente de su tamaño o intensidad, y frecuentemente hace que nos quedemos atrapados en un constante “estado de respuesta a la amenaza”. Esto se evidencia en comportamientos defensivos, de escape o evitación, de retirada o de congelamiento, y en dificultades para modular nuestras emociones, interactuar con otros, navegar la incertidumbre que pensar en el futuro genera, aferrarnos a heridas del pasado, desconfiar de los otros y de nosotros mismos.

El trauma es un tema complejo y extenso que ha inspirado miles de investigaciones y libros bastante voluminosos. Por lo tanto, sería irrealista de mi parte pretender comunicarles todas las facetas del trauma en un blog. Más bien, quiero invitarte a considerar este tema con más apertura y curiosidad.

Los seres humanos estamos expuestos a infinidad de interacciones, personas y situaciones a lo largo de nuestra vidas que de primera mano pueden parecer normales, es mas, pueden pasar totalmente desapercibidas, y aun asi pueden afectar nuestras vidas a nivel emocional y cognitivo de la misma manera que un evento traumático típico. Es precisamente desde esta perspectiva que el concepto de “Trauma del desarrollo” ha cobrado la importancia que merece.

El trauma del desarrollo ocurre cuando experimentamos repetidamente actitudes de displicencia, minimización, crítica constante, invalidación, negligencia emocional, sobreprotección, falta de inclusión, exceso de rigidez en las normas o la ausencia de las mismas, experiencias confusas con figuras significativas en nuestras vidas (padres, abuelos, hermanos, profesores, etc.) que se comportan de manera inapropiada, impredecible, inconsistente y contradictoria con el lugar que representan en nuestras vidas. Dichas experiencias generalmente no han sido reparadas o siquiera reconocidas por los generadores de las mismas, y lo que han causado es que hagamos conclusiones equivocadas y falsas sobre quienes somos en esencia. Esas creencias originadas en el pasado, continúan vivas en nuestro presente y pueden ser detectadas cuando sentimos que no somos suficiente, o no nos sentimos seguros independientemente de saber, desde la lógica, que lo estamos, también podemos sentir responsabilidad por aquello que no somos responsables, o sentir que no tenemos control sobre nuestras vidas, entre otros.

Una de las autoridades más conocidas en el campo del trauma es el psiquiatra Dr. Bessel Van Der Kolk, autor de El Cuerpo Lleva La Cuenta en donde explica que “el trauma es un evento específico que agobia el sistema nervioso central, alterando la manera en que procesamos y recordamos memorias. El trauma no es la historia de lo que pasó en el pasado. Es la marca actual del dolor, horror y miedo que vive dentro de la gente”. Imagínate lo que la suma de muchos “eventos” del diario vivir pueden causar si constantemente nuestro sistema nervioso está siendo alterado, como sucede en el caso del Trauma del Desarrollo.

La perspectiva del Dr. Van Der Kolk en lo que respecta al trauma nos permite entender que esas vivencias que no parecían importantes pueden afectar significativamente nuestro sistema interno e interferir en la forma como nos relacionamos con los otros y nosotros mismos. Es como si el niño (a) interno (a) o alguna (as) versión (es) mas joven (es) de nosotros mismos, aquellas partes que vivieron las experiencias traumáticas, estuvieran presentes detrás o dentro de la figura adulta que somos. Esto significa que sin ser conscientes de ello, parte de nosotros se queda en el pasado y frecuentemente nos quedamos atrapados en las reacciones automáticas y habituales de nuestro sistema nervioso.

El trabajo para resolver el trauma es un proceso único para cada persona, por tanto debe ser abordado con delicadeza y una mirada integral donde también se consideran las formas de apego aprendidas en las primeras relaciones de la infancia. Requiere de paciencia, voluntad para ver las sombras que habitan en nuestro interior, las diferentes partes que existen dentro de nosotros que pueden ser resistentes a que visitemos esos recuerdos dolorosos y simultáneamente desear la resolución y que son las generadoras de fuertes defensas y muros de protección.

Sanar las heridas del trauma, la negligencia y otras heridas emocionales es posible. Es incómodo, difícil e igualmente liberador. Es un trabajo que nos empuja a acercarnos a algunos de los ingredientes esenciales para el bienestar mental, físico y emocional: el buen trato a nosotros mismos y una actitud comprensiva, compasiva hacia nosotros mismos.

Sin duda alguna, muchos seres humanos han vivido situaciones completamente inaceptables y totalmente injustas. Sin embargo, es imperativo permitirnos soltar ese pasado y atrevernos a reconectarnos con nuestra merecimiento y valía innatos. Atrevernos a desinstalar todos esos programas mentales que no no son útiles ,que nos anclan o limitan y reconstruir nuestro mundo interior en nuestros propios términos, en compañía de todas las partes que componen nuestro sistema bajo el liderazgo de nuestra parte más sabia, más adulta. No renunciemos a nuestro poder interior por más tiempo. Busca ayuda para transitar este camino de sanación, para expandir tu perspectiva liberando el dolor del pasado y acogiendo las cicatrices que representan lo aprendido, superado y liberado.

No estás solo (a).

Diana Castaño
diana@thepowerinsideyou.com