29 Jun No podemos cambiar el pasado, pero si nuestra actitud en el presente
El tiempo pasa y las heridas tal vez dejen de sangrar profusamente mientras las cicatrices quedan y la sensibilidad se queda en los recuerdos.
Han pasado dos años desde la tragedia causada por un ser humano a toda la humanidad y la dolorosa realidad de que situaciones como esa siguen sucediendo, situaciones que re-abren las heridas en individuos y comunidades.
El que nuestra comunidad en Orlando se haya unido de manera generosa, amorosa y compasiva; el que nos hayamos aferrado al amor mientras nos negamos al odio, todas esas son experiencias que ratifican nuestro poder para transformarnos y dar paso a la luz en medio de la oscuridad.
El trabajo continua y es importante que nos enfoquemos en el mundo interior y nos preguntemos:
- Cómo yo contribuyo a una sociedad mas pacífica?
- Qué actitud es la que llevo cuando voy a una tienda, al doctor, a la dirección de la escuela, al banco, al restaurante, etc?
- Cuál es la actitud que tengo cuando me dirijo a aquellos que me rodean?
- Qué palabras uso para expresar mi desacuerdo, enojo, o frustración a aquellos con quienes interactúo?
- Permito que la rabia generada por múltiples razones conduzca mi vida y la lanzo encima de quienes tengo más cerca?
- Cuál es mi actitud hacia la diferencia? Puedo aceptar a aquellos que son diferentes de mi y tratarlos con respeto?
- Será que frecuentemente estoy juzgando a los demás y tengo dificultad para ver cómo yo contribuyo a crear mi propia realidad?
- Tal vez tengo tanta resistencia y/o miedo a buscar ayuda para entender mis emociones, que mas bien me quedo alimentando mi dolor, mi incomodidad, mi confusión?
No existe la luz sin la oscuridad, así como no podríamos definir el día sin la existencia de la noche.
El problema no es que sintamos rabia, envidia, dependencia, necesidad de control, manipulación, sabotaje, o nos situemos en el rol de victimas, etc. Todas esas son experiencias humanas conectadas a nuestras emociones y nuestra historia.
Lo que es problemático es cuando no nos atrevemos a reconocerlas, a entenderlas y mirarlas con curiosidad, tratando de entender qué es lo que nos dicen sobre nosotros mismos. Entre más las tratemos de esconder, de ignorar, de negar, más fuertes se hacen en nuestro interior, nos invaden y llegan a nublar completamente nuestro juicio.
Qué tal si miramos a nuestras partes difíciles con paciencia, con la intención de entenderlas, con curiosidad y con el amor y compasión necesarias para que la luz entre y nos permita liberarnos a través de hacer mejores elecciones y abrir espacio para la paz interior?
Consideremos la posibilidad de expresar todo aquello de lo cual no nos sentimos orgullosos con alguien de confianza, o con un profesional de la salud. No es locura, por el contrario, se trata de cordura, de crecimiento interno, de liberación. Dar atención a esas partes que nos molestan, incomodan o incluso hasta avergüenzan, es el mayor acto de valentía y el primer paso a tener una mejor relación con nosotros mismos.
Plantemos las semillas para que algún día una sociedad más respetuosa, inclusiva, con más amor, aceptación y tolerancia florezca.
Plantemos las semillas primero en cada uno de nuestros corazones. Así, cuando menos pensemos, uno a uno, formaremos un inmenso jardín.